lunes, 17 de diciembre de 2012

0 Un deseo en mil mundos de mentiras


“No me olvide en el silencio, que las palabras no aceptan vivir callando” 

Autor: Didier David Cataño Quiroz
Jericó, Antioquia
Catao-n2010@hotmail.com

Todos somos testigos que la vida existe porque la vivimos, es una situación que se hace tangible con cada experiencia de la cotidianidad, cada golpe, cada gesto de amor, de desprecio o de dolor son consecuencia de la existencia.

Cuando era adolescente no era consiente de que la vida no consistía únicamente en respirar. Comprendo ahora que no tengo palabras para explicarla, aunque morimos, es finita en el recuerdo de aquellos que viven con sensibilidad y valoran de los demás la diferencia, su identidad, su raza, su credo…

Con el paso de los años choco contra un muro de inexperiencia que en vez de derrumbarme, convierte mis sentimientos en expresiones de acero difíciles de comprender, mis ojos se retractan ante una realidad inexplicable, pero luego se conjugan en la realidad inevitable. Enlodo mis manos cuando roso la hipocresía de la gente, mis emociones se agotan y camino en reserva con miedo a quedarme escrito en la última página de la historia.

Veo el mundo que corre desesperado en un mar de ilusiones, veo el mundo que corre delante de la raza humana, tengo mis ojos mirándote, mi boca deseándote, mis manos tocándote, mis oídos escuchándote, mi nariz inhalándote, con miedo a envenenar mi deseo en mil mundos de mentiras.

Cada momento de mi vida se ha convertido en un poderoso artefacto que destroza de mi mente los más bellos recuerdos, cada minuto que pasa ciento que asesina la intención de que mis labios sonrían al recordar lo bonito que era mi pasado. Aquellos días  cuando expresaba sin censura todo lo que sentía y no editaba mis actos antes de mostrarlos, porque era libre ante una sociedad que se resignaba a aceptar la realidad incómoda que no podemos evitar: ¡La de ser diferente a los demás!. Me he acondicionado a vivir de los recuerdos y soportar el dolor de lo pasado que oscurece mi presente. Me he dormido en un rincón del olvido deseando no despertarme jamás y revivir en  el futuro para no caminar sobre el presente.

Quisiera entonces haber podido: nacer en un país verdaderamente libre, crecer pensando que las palabras de los dirigentes son honestas y que no existirá mas pobreza ni corrupción, vivir el resto de mi vida con la conciencia tranquila y feliz de mi familia; y al fin, morir creyendo que mis “amigos” fueron sinceros, motivo de mis alegrías y tristezas y entrañables humanos sensibles. Pero morir al fin feliz.

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