sábado, 11 de diciembre de 2010

0 BREVE HISTORIA DEL TRANSPORTE EN PUEBLORRICO

Fotografía Omar Obando


Por:
NELSON VALLEJO

"El presente nos está tomando siempre por sorpresa porque no conocemos ni meditamos bien el pasado".

Para darnos una idea más o menos exacta de la evolución del transporte en nuestro medio, tendríamos que volar en alas de nuestra imaginación hacia los primeros años de la conquista, ya que de casi todos nosotros es conocido que los bisabuelos aborígenes desconocieron totalmente el uso de uno de los más rudimentarios elementos de la civilización, en su base primaria, como fue el descubrimiento de la rueda. En consecuencia, como los indígenas de esta parte de la recién descubierta América, carecían de animales domésticos o domesticados para su elemental transporte tanto de enseres como vituallas, este se verificaba a “lomo de indio “, costumbre que harían prevalecer por muchos años los primitivos conquistadores y más tarde los insensibles encomenderos, y luego los bárbaros capataces de la minería.

Tenemos pues delineado grosso modo, lo que podríamos llamar los iníciales vagidos de este portentoso medio de comunicación entre nosotros, y cuyo perfeccionamiento ha marcado dentro de las relaciones humanas de los pueblos, uno de los más trascendentales pasos en la evolución progresiva de la especie, en busca desesperada de un mejorestar para su tránsito terrenal.

Según el escritor pueblorriqueño Alirio Valencia Agudelo en su obra “Pueblorrico – Un pueblo en busca de su identidad “nos dice: En los tiempos actuales, donde se dice, hemos sido absorbidos por la era del modernismo y la alta tecnología, se han venido registrando una serie de cambios sociales, con una avalancha de inventos que tienen casi agotada nuestra capacidad de asombro. En países como Estados Unidos, Francia, Alemania, así, como el Japón y otros cada vez más nos transportan al mundo del ciber espacio, la sistematización o la alta tecnología en comunicaciones. No pasa lo mismo en épocas anteriores pues se sucedían generaciones tras generaciones sin que se operara un cambio trascendental que viniera a transformar la vida cotidiana de nuestro pueblo. Es por ello que cuando muchos de esos adelantos llegaron a Pueblorrico en la década de los veinte y cuando sólo teníamos unos pocos años de estar disfrutando de vida propia como municipio, estremecieron de curiosidad a la población, como es el caso de la llegada de la luz eléctrica procedente de nuestra propia planta en la Vereda el Mulato, o del telégrafo y es por ello que mucho asombro causó, sin lugar a dudas la llegada del primer carro.

Sobre el primer vehículo que llegó a nuestro pueblo tenemos que remitirnos a la tradición oral, pues los escritores de vejeces de nuestro pueblo en realidad son o han sido muy pocos, en fin que estas tradiciones orales apuntan a que el primer vehículo que rodó por las empedradas, angostas calles del entonces Pueblorrico de la segunda década del siglo XX, fue uno que se trajo a lomo de mula desde el vecino municipio de Jericó.

En el devenir del año de 1926 el señor Octaviano Vanegas trajo el primer campero si es que así lo podemos llamar y que para poderlo prender se tenía que accionar una manivela como moliendo maíz para elaborar arepas.

Don Octaviano era joyero de profesión, y como es lógico quiso compartir o brindar a sus paisanos uno de los adelantos tecnológicos que ya desde 1836 Don Juan Uribe Mondragón, había traído a la Villa de la Candelaria de Medellín desde Jamaica.

Para lograr su cometido, reunió a un gran número de varones representativos del municipio, con el fin de ir hasta el vecino Jericó y por el camino de la Trocha traerlo sin necesidad de desbaratarlo, antes o durante el viaje.

La “Chiva”, como se le comenzó a llamar por los habitantes de la población, tenía una capacidad para unas seis (6) personas cómodamente y era conducido por un señor apodado “el Nato” y cuyo nombre de pila se ha perdido con el paso del tiempo.

Es interesante mirar como está de desvalorizada la moneda en Colombia, pues para aquella época se cobraba un centavo por pasajero de la plaza y hasta el sector de Cuatro Esquinas, por una calle empedrada y en unos tramos polvorientos, años después llamada como la calle San Antonio o Calle del medio.

Era un viaje que todos los habitantes de la población querían hacer y para el cual no importaba hacer largas colas y teniendo en cuenta que la demanda del servicio crecía sobre todo los sábados, domingos y días festivos y esto de entenderse pues nos encontramos encontrábamos frente a uno de los inventos más grandes del mundo y a un que nos había llegado un poco tarde, pero nos había llegado.

Unos cuatro años más tarde, el empresario señor Elías Arango, trajo un segundo vehículo a la población, se trataba de un Lincoln Ford, convertible, además de era de color negro y para el cual se consiguió un conductor de origen extranjero. Se trataba del señor Federico Mirker, quien era de origen Árabe, había llegado a Colombia en Barco hasta Barranquilla y dedicado al comercio y venta de telas y demás mercancía y después de trabajar en pueblos y ciudades de la Costa Atlántica, allá por el año de 1928 llegó a la población estableciéndose en ella y dedicándose a recorrer sus veredas vendiendo sus preciados productos y telas. Como dato se tiene que dentro de la población nacieron algunos de sus hijos.

Para la traída desde la ciudad de Medellín, se requirió de una gran mulada y de muchos hombres fuertes y aguerridos en estos menesteres, y quienes lo trajeron por partes hasta la plaza principal, por caminos fangosos e intransitables por la población aún en esos años como la mayoría de pueblos de Colombia con vías carreteables.

Poco a poco se fueron descargando las partes, como: Las llantas, el chasis, la capota, el motor, y todo aquello que conformaba uno de los más grandes adelantos hasta esa época y los cuales eran mirados con asombro por los habitantes sobre todo los niños que no se imaginaban que con el paso del tiempo estos carros serían lo más normal del mundo.

A algunas personas que les tocó presenciar y vivir este acontecimiento y las cuales fueron entrevistadas por quien esto escribe, entre ellas Don Jesús María Arcila González ( Q.E.P.D), manifestaban que fueron momentos de verdadero asombro: Pues los más pequeños corrían llorando llenos de pánico, las amas de casa se refugiaban en sus casas y por su parte los jóvenes y personas adultas hacían grandes corrillos, mientras que los niños más grandes corrían detrás de aquel aparato llenos de asombro porque aquel aparato no necesitaba ser empujado para que se moviera. Mientras que la gran mayoría de adultos saludaban el desfile o paso del vehículo con el sombrero en la mano. Cuando se dio al servicio este segundo vehículo todas las actividades de la población se paralizaron, pues los maestros de las escuelas urbanas se quedaron sin alumnos a quien enseñar, los campos más cercanos a la población se quedaron desolados de sus trabajadores habituales, en la mayoría de las oficinas ni siquiera atendieron al público porque los empleados tampoco se querían perder el espectáculo y hasta las horas y las comidas se retrasaron aquellos días porque nadie se quería perder lo que estaba ocurriendo en la población.

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