Por Yamid González Díaz
El tiempo y el espacio son dos elementos fundamentales en los que se circunscribe pensamientos y comportamientos, son receptores configurados por fuerzas naturales y sociales que están en relación permanente. Tanto el tiempo como el espacio son construcciones determinadas por variables y significados que expresan todo un proceso histórico y social los cuales van determinando perspectivas de apropiación y construcción. Nuestra existencia, como individuos, germina sobre preceptos dados pero desconocidos y progresivamente aprehendidos en nuestro proceso de crecimiento y formación. Mediante nos vamos relacionando con esos nuevos espacios – que van adquiriendo diferentes nombres (La Calle, La Ciudad, EL país, El mundo, etc.) – se va dando una directa confrontación entre el “Yo” y el “mundo”, nosotros y ellos, entre los ignoto y lo conocido. Sin embargo, ya ha habido una previa formación familiar que prepara a la nuevas generaciones a comportarse y confrontar situaciones externas. El individuo y la sociedad, pese a actuar bajo fuerzas inconscientes, no son ajenos a las complejas manifestaciones dadas en las múltiples realidades del entorno… ése primer acercamiento de observación frente al movimiento de la naturaleza y la sociedad son fundamentales para conocer, aceptar y/o rechazar el estado de cosas.
Nuestra observación nos permite dar un paso fundamental para crear una visión general o parcial de los objetos que mayor sensibilidad nos genera; por supuesto, nuestra forma de ver las cosas están influenciadas prácticamente por el entorno familiar y su contexto macro-social, una vez complementamos el diálogo familiar del cómo vemos las cosas y el cómo debemos actuar frente a ellas, vamos estableciendo relaciones externas las cuales se encargarán de fortalecer expresiones de comunicaciones desde diferentes perspectivas, a partir de aquí nuestros pensamientos y comportamientos se van conservando con persistencia o definitivamente se van transformando.
En este punto es donde se da una primera lucha pues implica desprender todo un pensamiento, o costumbres, de acompañamiento permanente para entrar en contacto con nuevas expresiones de pensar y actuar… se presenta el gran dilema de abandonar “lo común”, “lo conocido” para enfrentarnos a algo novedoso, diferente, desconocido.
¿Existe Dios? ¿Nuestra sociedad es justa? ¿qué es la justicia, la paz y la bondad?... Éstas y otras preguntas pueden surgir, sin embargo, hemos dado un gran avance pues de ser replicadores de afirmaciones inexplicadas nos vamos convirtiendo en creadores de criterios partiendo de la propia lógica del cuestionamiento. Ahora, con las nuevas relaciones sociales externas a nuestro entorno familiar empezamos a construir opinión a partir de la colectividad y la discusión.
El ejercicio parece simple pero requiere mucha constancia, disciplina y convicción para llevarlo a cabo; solo necesitamos reforzar nuestros sentidos en la materialidad del mundo; la observación es uno de los principales protagonistas de nuestro ejercicio, pues a partir de lo que vemos o percibimos, iniciaremos todo un proceso de indagación y confrontación del objeto observado y su relación material con el mundo…
Una vez mantenemos la conexión entre el sujeto y el objeto mediante la observación descriptiva y atributiva, procederemos a la interpretación sobre la posición y relación del objeto con nosotros y lo que denominamos “mundo”; la interpretación nos acercaría a un conocimiento de causa – efecto, proceso – desarrollo, función y estructura.
Con la Observación y la Interpretación no solo aceptamos, rechazamos o transformamos, sino que también Comprendemos. Así pues que todo soliloquio debe trascender la individualidad del sujeto para establecer conexión directa con la sociedad, será precisamente la comunicación y los medios de comunicación lo que darán testimonio sobre la asociación de individuos mediante la palabra, construyendo “tiempos” (La historia) y “espacios”. Cada individuo es creador y/o replicador potencial de información, ni la clase social, el género, la edad y la etnia acallará el ímpetu del comunicador.
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