Por Óscar Domínguez Giraldo
Pueblorrico estuvo en “peligro” de tener ministro de Cultura en su pupilo León Valencia, el ex alebrestado en armas que cambió la plomonía por la dialéctica.
Si no tuvo ministro, Pueblorrico o Bthsaida tiene al mejor columnista modelo 2008. Así lo determinó el jurado del Premio de Periodismo Simón Bolívar.
Valencia contó en Caracol que el ideólogo José Obdulio Gaviria, le ofreció el ministerio de Cultura. El tentado León le respondió que no podría sentarse en el Consejo de Ministros y oír decir, sin chistar, que en Colombia no hay conflicto armado sino mera guachafita.
Y siguió virgen de Ministerio. O sea, no es por falta de méritos. Ni de ganas. Quedó claro que el arribismo no es su fuerte. Primero las convicciones, la burocracia que espere.
Con la investigadora Claudia López se han empeñado en adecentar la política. Gracias a esa cruzada, tienen a muchos parapolíticos en la cárcel comiendo por cuenta de los contribuyentes. Faltan algunos por lucir el traje a rayas del presidiario.
Con el premio de periodismo a Valencia recordé la vez que sus paisanos se tomaron la Casa de Antioquia en Bogotá. Supimos que Pueblorrico es un pueblo del suroeste que solo necesita 85 kilómetros cuadrados para hacer felices a sus lugareños.
Los pueblorriqueños notificaron que como su terruño, fundado en 1886 por don Joaquín López Gaviria, no hay dos.
Se llama así por su agricultura y las guacas que enterraron los chamíes, primeros pobladores.
Con la toma querían mostrarles a sus paisanos y a los noveleros que quien no conoce el Santuario del Gólgota, las cuevas indígenas, el paisaje del suroeste, la bella Iglesia de San Antonio de Padua, no ha visto amanecer.
Encabezados por su alcalde Joaquín Foronda y el director de la colonia en Bogotá, León Jaime Zapata, se divirtieron como enanos por cuenta de la Escuela de Música, la Escuela de Teatro y la Escuela de Danzas.
La parranda de la pueblorriqueñidad – qué palabreja - incluyó las celebérrimas colaciones, velitas, maríaluisas, azucaradas y panela.
Que no falten artesanías de guadua, tallas en madera, manteles de frutas en bordado líquido de misiá Fanny Cano, bordados en croché de doña Eunice Bedoya, tallas en raíces de comino de Salvador Hernández, tejidos en bejuco de Rafael Maquianda, filigranas en plata de Néstor Marulanda, todas éstas, artesanías agrupadas en “Manuarte”. Hagan sus pedidos, señores.
Esa noche, no podía faltar el pueblorriquence pa’mostrar: El politólogo León Valencia Agudelo, quien se dejó venir con una emotiva charla en la que le hizo a la piernipeludoocracia de su tierra una subversiva incitación a salirse del libreto. Invitó a sus paisanos, ni más ni menos, a convertirse en los Bill Gates del suroeste.
Y encimó la receta: dedicase a hacerse ricos en conocimientos y cultura. El propio Valencia es la cuota inicial del primer Bill Gates del suroeste.
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