Reconociendo el importante avance que se logró con la instalación de las Mesas
Planes de Vida Comunitarios en Caramanta y Valparaíso mediante acuerdos
municipales, además del proceso que continúa en Pueblorrico, adquiere
relevancia reflexionar sobre retos que aporten a su reglamentación y fortalezca
efectivamente la participación social.
El debate planteado mediante el trámite de aprobación de los acuerdos
municipales, nos dejan preguntas iniciales de fondo. Si bien las Mesas están
integradas por alcaldías, concejos municipales y organizaciones de la
articulación COA ¿Quiénes serán los delegados de estas instituciones y
organizaciones que participarán en la Mesa? ¿Cuáles serán los criterios para la definición de estos delegados y el proceso de participación? ¿bajó qué principios éticos y
políticos se impulsará La Mesa?
Uno de los propósitos centrales de las Mesas Planes de Vida Comunitarios,
es la concertación para la incorporación e implementación de los Planes de Vida dentro de los Planes de
Desarrollo (PD), Esquemas de Ordenamiento Territorial (EOT) y Planes de
Ordenamiento y Manejo de Cuencas Hidrográficas (Pomcas).
La concertación debe construirse
desde el reconocimiento afectivo de los procesos integrantes de la Mesa,
incluyendo la Red de Apoyo, valorando sus trayectorias, sus formas de
relacionarse con el mundo, sus principios y transformaciones.
Estas Mesas deben ser el escenario para el reconocimiento e interiorización
del Territorio, para aguzar la sensibilidad, entender las dimensiones de los
conflictos ambientales y comprender las apuestas comunitarias que buscan su
transformación.
Como procesos sociales que llevamos una larga trayectoria en la
implementación y resignificación de la participación social, las Mesas Planes
de Vida Comunitarios deben erigirse desde la intergeneracionalidad, el género y
la interculturalidad.
Por tal motivo, La Mesa deja abierta una importante ruta para que los
pueblos indígenas se incorporen de manera concertada y tranquila. También es
importante plantear la necesidad y urgencia de resignificar lo afectivo y
efectivo dentro de la Mesa, valorando el importante trabajo de niñas, niños,
jóvenes y especialmente las mujeres, en el reconocimiento y cuidado del
Territorio.
Este proceso de concertación, incorporación e implementación de los Planes
de Vida Comunitarios, debe garantizar la pluralidad de la vida con la presencia
y permanencia de las organizaciones sociales, priorizando su construcción con
la participación de niñas, niños, jóvenes y mujeres.
Es importante asumir estos retos desde el reconocimiento afectivo de los
procesos sociales, desde la sensibilidad e interiorización del territorio,
desde la interculturalidad, el género, la intergeneracionalidad y desde la
participación social, de esta manera será posible una concertación efectiva para que las Mesas
Planes de Vida cumpla con sus propósitos centrales: transformar los conflictos
ambientales y democratizar la vida.
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